.....................La Emperatriz, como ya sabéis, recibía cartas de amor del Emperador cada día.
Por las mañanas al levantarse, antes de que llegaran las damas a vestirla, se sentaba delante de su precioso escritorio y leía la que ese día su cariñoso esposo le había escrito.
Después las sacaba todas y volvía a repasarlas despacito y sentía la misma emoción que la primera vez.
Su amor por su esposo crecía y crecía porque además de las cartas le empezó a dejar, cada día, una fragante rosa que él mismo cortaba de su jardín.
Poco a poco el escritorio se fue llenando....unas cartas, unos poemas, unos libros, un perfume....
...un joyero, un búcaro con la rosa del día...
Y así se iba llenando el precioso escritorio de la emperatriz Eugenia de Montijo
Espero que os haya gustado